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SEPTIEMBRE DE 2021 - POISON PALINOPSIA (2021)


 Este mes tenemos para ustedes uno de esos ejemplos que tanto nos gustan de grupos que no sacan álbum debut hasta no haber recorrido un largo camino de perfeccionamiento a través de publicaciones menores que desarrollan su estilo y forjan su espíritu de una manera imposible de conseguir por otra vía. Esto podría parecer un trámite innecesario en una época en la que cualquier conjunto de poca monta puede sacar un disco al año de haberse formado, pero en términos musicales viene a ser lo mismo que terminar los estudios antes de optar a un puesto de trabajo cualificado. Tras un excelente EP de death metal denso y oscurísimo publicado hace cinco años, la entidad afincada en Londres y conocida como Qrixkuor ha experimentado un largo proceso de recomposición que la ha llevado desde la disolución intempestiva de la formación original hasta una resurrección por todo lo alto en forma de proyecto unipersonal aún más coherente y reforzado. Poison Palinopsia es el fruto de todo ese esfuerzo creativo, y cualquier parecido superficial con un grupo de black/death disonante al uso se disipa al comprobar la solidez y complejidad estructural, el cuidado minucioso puesto en cada detalle y la claridad de la visión aquí plasmada.


Qrixkuor - Poison Palinopsia (Dark Descent Records, 2021)


 Al igual que en su anterior EP, la música de Qrixkuor es de lento desarrollo y pasa por largas fases con ritmos pausados y potentes antes de desatar toda la violencia que lleva dentro. A diferencia de otros grupos más caóticos dentro del mismo estilo (como puedan ser Antediluvian o Mitochondrion), aquí la estructura y la dirección quedan bastante claras desde las primeras escuchas, y los elementos que se van sucediendo complementan y explican sistemáticamente lo que les precedió. El protagonismo casi absoluto lo tienen las guitarras, que destacan sobre una sección percusiva robusta pero sutilmente difuminada, desgranando una gran variedad de riffs simples y directos, cromáticos casi todos ellos, pero en un tono inusualmente agudo que los hace más llamativos. Hay sitio también para solos estridentes y llenos de furia, que terminan de otorgar a la fórmula un plus de agresividad y un marcado contraste con la producción del disco, densa, cálida y con una pátina vagamente brumosa, que recuerda a las grabaciones de Vassafor, cuyo miembro principal ejerce aquí de hecho como bajista (el batería es el de Grave Miasma).

 Tal vez el rasgo más peculiar de este disco sea su extraña disposición, con dos temas de 24 minutos de duración que hacen muy difícil escoger pasajes representativos a modo de avance o para pinchar en un programa de radio. Cada uno de ellos incluye varios parones que permitirían recortarlos en varias pistas más breves, pero parece que hay una intención deliberada detrás de esta estructura inusual, como si el material de base se hubiera compuesto en un bloque uniforme que después hubiera sido pulido y desbastado hasta formar dos esculturas de factura similar pero aspecto distinto. Ambas tienen un comienzo difuso y paulatino, y terminan con el lógico crescendo final, pero lo que ocurre entre medias es ligeramente diferente. La densidad del contenido es realmente notable, y requiere unas cuantas escuchas hasta poder empezar a procesarlo en su conjunto. Estilísticamente el grupo se sitúa en el extremo de una fina línea que separa black y death metal, con ecos de los mejores momentos de Teitanblood (The Baneful Choir, 2019) pero también similitudes formales con Dead Congregation en su complejidad guitarrera y ritmos machacones. Todo ello conforma un paisaje de desasosiego sonoro muy logrado e interesante, en el que uno se sumerge con tanto desconcierto como deleite.


POISON PALINOPSIA EN BANDCAMP


 Como ejemplo del grado de detalle que caracteriza a este disco puede mencionarse que las breves secciones instrumentales que abren y cierran cada pista no son, como suele ser habitual, samples de obras clásicas o bandas sonoras, sino que se trata de pequeñas piezas creadas por el propio autor de las composiciones e interpretadas por una orquesta de cámara. Esto explica que encajen tan bien con el resto de la música y compartan la misma idiosincrasia, como en el caso del piano inquietante al final de la primera canción o la trompeta estridente y atemorizadora que concluye el álbum. Este es el elemento que termina de rematar lo que parece la recreación de un viaje por el interior oscuro de la psique humana, a juzgar por la impactante portada, en un registro esotérico tan hermético como los títulos de los temas, y sobre todo, por lo que expresa la propia música, que a fin de cuentas es lo realmente importante. La estructura de las dos monumentales piezas, su carácter dramático y cambiante y el firme mantenimiento de un hilo conductor a pesar de los constantes vaivenes hacen pensar en un descenso en círculos concéntricos hacia el abismo de la locura, que en manos de este grupo resulta palpable, vívido y muy real.


Belisario, octubre de 2021





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