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MARZO DE 2019 - DISCO DEL MES:
IMPRECATION - DAMNATIO AD BESTIAS (2019)


 Tras haber prestado atención a los nuevos discos de Zloslut y Pensées Nocturnes, bastante decentes ambos pero sin llegar a ofrecer nada espectacular, ha llegado a mis oídos el primer álbum realmente bueno de este año, el nuevo larga duración de los estadounidenses Imprecation, titulado Damnatio ad Bestias. Este nuevo disco llega casi por sorpresa nada menos que seis años después del anterior, que por extraño que parezca, supuso el debut del grupo, a veinte años de su fecha de fundación original. Imprecation es una de esas formaciones que pese a haber estado activa durante buena parte de los años noventa nunca llegó a grabar un álbum en condiciones, y tras su disolución poco antes del nuevo milenio regresó a finales del decenio siguiente para reclamar lo que el destino le había negado en su momento. Grupos de este tipo son los que tomaron el relevo creativo de todos los grandes nombres que venían agotándose desde finales de los noventa, consiguiendo que el death y black metal de principios y mediados de la década de 2000 tocara fondo de una forma vergonzosa que a día de hoy nos parece inimaginable. Desde aproximadamente el año 2007 hemos asistido, en términos generales, a un aumento cualitativo en los distintos subgéneros del metal extremo de la mano del renacer de la vieja escuela, e Imprecation ha sido uno de los protagonistas indiscutibles de lo que cabría denominar la “edad de plata” del metal.


Imprecation - Damnatio ad Bestias (Dark Descent Records, 2019)


 Este grupo veterano es una de las principales referencias dentro de la escena sureña de los Estados Unidos, y en su plantilla actual está representada buena parte del underground black/death metal texano. La baja más significativa con respecto a la formación clásica es la ausencia de Wes Weaver, guitarrista y quizá artífice principal de su sonido característico, que desde hace más de una década milita en otro grupo de corte muy similar, Blaspherian, que supuso en cierto modo la continuación de Imprecation antes del retorno de la entidad en cuestión. Dicho estilo consiste en un death metal oscuro y pesado con riffs en trémolo de tonos siempre graves, que bebe originalmente de Incantation y Profanatica pero adoptando una ejecución más lenta y paulatina, predominancia de medios tiempos potentes y los ocasionales teclados y la atmósfera maligna del black metal primitivo de unos Mystifier. Esto es lo que podía escucharse en la publicación más reseñable del grupo durante los noventa, el recopilatorio de maquetas Theurgia Goetia Summa (1995), y también más tarde en el álbum debut tras la reunión, Satanae Tenebris Infinita (2013), que retomaba la misma fórmula desarrollándola hábilmente, con mejor producción y estructuras sencillas pero muy variadas en composiciones perfectamente pulidas y encajadas. Este nuevo título podría describirse con las mismas palabras, pero hay en él determinados factores y rasgos que le dan cierto aire de novedad o, al menos, de cambio perceptible.

 Los temas de Damnatio ad Bestias son tan dispares y distinguibles como los del disco anterior, y están tan bien estructurados y desprovistos de cualquier elemento superfluo que parecen más largos de lo que son, porque la densidad de su contenido es mayor. Como en anteriores ocasiones, la música sigue estando basada en la potencia de los riffs y su posición estratégica dentro de cada canción para ordenar su flujo interno de forma firme y meridiana. Con frecuencia es la melodía de los riffs lo que moldea la atmósfera y no al revés, un recurso muy auténtico y efectivo a pesar de su simplicidad. En general podría decirse que el estilo es más ligero, menos “extremo” que otras veces, no sólo a nivel de la producción, que otorga más brillo a las guitarras y menos peso a la percusión, sino también en la propia composición, que deja más espacio para que las ideas puedan respirar. Esto tiene un doble efecto: positivo, en el sentido de que hay más colorido y variedad aparente en las canciones, pero también negativo, ya que la merma de pesadez y densidad restan robustez y agresión al conjunto. Lo que sí es inequívoco es la impresión de que estamos ante material realmente nuevo, no una mera repetición de algo que ya se ha oído antes. La perfecta imbricación de guitarras y bajo ejecutando segmentos complementarios es constante, pero el resto de elementos se emplea con mesura y exquisita dosificación, como los teclados que aparecen con cuentagotas, siempre detrás de las guitarras y pegados a ellas, algún que otro fantástico solo de un reciente fichaje (Dustin James de Church of Disgust) o la voz de Dave Herrera, tan poderosa como entendible, que terminan de cerrar un álbum técnica y estilísticamente sobresaliente.



 Quien haya recorrido con atención las líneas anteriores se habrá percatado sin duda de que no hay en este disco nada verdaderamente innovador o sorprendente, aunque este cronista debe puntualizar que tampoco cabía esperar algo así de un grupo de estas características. Lo que hay aquí, y no es cosa menor, es una serie de temas excelentes que merecen ser escuchados del primero al último, y en los que se notan los seis años de trabajo invertidos desde la anterior publicación de calado, un intervalo temporal suficientemente amplio que permite resultados muy superiores a los de las formaciones que vomitan puntualmente nuevos álbumes de estudio cada dos o tres años para justificar las consiguientes giras. El mensaje, por otra parte, sigue siendo un anticristianismo feroz y virulento, un enfoque que no es precisamente elaborado ni original pero siempre es recurrente, y en un caso como este es casi lo de menos porque visiblemente se trata de la temática natural que emana de la oscuridad y la violencia de la propia música, no de un discurso ajeno impuesto de manera artificial, lo que lo hace totalmente válido. Damnatio ad Bestias es una pieza tan compacta como breve (37 minutos), como corresponde a un death/black sin rodeos, y su aparición recuerda ligeramente, salvando grandes distancias, al Inferno de Blood de hace dos años, un disco nuevo que llega después de un largo parón, con pocas novedades estilísticas pero mucho trabajo y depuración de estilo, y que no pierde su magia pese a innumerables escuchas.


Belisario, marzo de 2019





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