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FEBRERO DE 2019 - DISCO DEL MES:
MORTUM - EHEIEH CHAOS (2017)


 Tras haber rastreado los últimos discos pendientes de 2018 y antes de sumergirnos en lo que este nuevo año tenga a bien traernos, es momento de hacer una pausa para poner de relieve una de las obras que más me han gustado en los últimos meses. Se trata del segundo álbum del grupo estadounidense Mortum, cuyo primer larga duración ya estuve disfrutando durante el verano antes de decidirme abordar la continuación. Eheieh Chaos es un disco de black metal canónico que, junto a su excelente calidad e inusitada variedad dentro de un estilo con frecuencia simple y limitado, llama la atención si uno ya ha oído el primer álbum completo de la formación, publicado en 2011 bajo el título The Rites of Depopulation, por la gran diferencia que media entre ambos, no tanto en el sentido de una mejora o superación cualitativas como en un cambio de fórmula que ha dado pie a resultados muy distintos de los que podría producir una progresión también positiva pero más lineal. Mientras que el debut exhibía un black metal crudo pero fluido e imaginativo, dentro de la escuela que parte de Darkthrone y adopta la variedad y el dinamismo de Gorgoroth para terminar pareciéndose a algo como Riddle of Meander, Eheieh Chaos depura y desbasta el sonido y los métodos previos para dar con una versión menos áspera y más concisa de los mismos que no traiciona ni tampoco deja atrás sus raíces, sino que pasa a un plano paralelo igualmente válido y relevante, algo que raras veces se ve entre los dos primeros discos de una misma formación y es tan llamativo como encomiable.


Mortum - Eheieh Chaos (Fólkvangr Records, 2017)


 En su producción hasta la fecha, este dúo oriundo de Nueva Jersey muestra un hábil dominio de las convenciones del raw black metal, que como ya hemos señalado en otras ocasiones probablemente sea la variedad de metal negro más difícil de cultivar por sus limitaciones formales pero también la que mejores resultados puede dar cuando se aborda con talento, superando con creces al black melódico facilón y complaciente y al metal ambiental a menudo yermo y unidireccional. En el caso concreto que nos ocupa, el grupo presenta melodías de altos vuelos que seducen desde el primer acorde, con un dinamismo no exento de fuerza pero claramente menos agresivo que en su primer disco. Las transiciones entre estas se efectúan por medio de cambios de ritmo o puentes elaborados, de manera sencilla pero elegante, aunque lo que más sorprende es la forma en la que se juega con los tiempos para dar profundidad a las composiciones, en vez de malgastar buenos riffs en repeticiones sin fin sobre fondo de blast-beat, como tantas formaciones mediocres. Por encima de los distintos temas, que fluyen cada uno con su propio ritmo y aliento, vuelan letras recitadas con rugidos discretos, que más que determinar lo que se evoca en cada canción parecen limitarse a glosar con palabras los mismos mensajes expresados musicalmente por cada una de ellas.

 El gusto por los riffs melancólicos podría emparentar al grupo con las “Black Legions” francesas, si no fuera porque no siente la misma necesidad de grabar su música en casetes guarros con sonido infame. Por otra parte, Mortum se distancia de dicha escena al exhibir riffs de contrapunto que también son sobresalientes, ordenando las distintas secciones en progresiones claras, en lugar de dar vueltas y vueltas sobre lo mismo, como antaño hacían muchos de los franceses y hoy en día repiten no pocos finlandeses, con Horna/Sargeist a la cabeza. El método descrito resulta similar al empleado por Espiritismo en su última creación, aunque los sentimientos expresados no podrían ser más diferentes. Algunas canciones, en cambio, empiezan como las de Drudkh, con ligereza y fluidez, pero evitan enrocarse en monolitos redundantes como los de los ucranianos mediante la incorporación de nuevas secciones inesperadas pero complementarias que mantienen el vuelo en todo momento. Todas las pistas tienen personalidad propia y suenan increíblemente variadas, lo cual es digno de elogio habida cuenta de la estricta unidad estilística, pero tras la sencillez aparente se esconde sin duda un gran trabajo de pulido y concisión que hace que esta apuesta minimalista funcione al centrarse únicamente en los ejes fundamentales que articulan cada tema.



 Como decíamos al principio, más que destronar a su predecesor, Eheieh Chaos toma un camino distinto desarrollando todo un nuevo sistema, lo que entraña mayor dificultad y también tiene más mérito e interés. Reinventar el paradigma de un disco a otro es algo que pocos grupos se han atrevido a hacer, pero es que la fórmula se reinventa incluso de una canción a otra, merced a un uso cambiante de los recursos que redunda en una riqueza inusitada basada no tanto en la calidad de los riffs individuales como en la forma de utilizarlos. Si la excelencia en la música es saber organizar sonidos con una finalidad expresiva, esto alcanza cotas de elevada maestría que no se oían en grupos estadounidenses de black metal desde los mejores tiempos de Averse Sefira. La singularidad y coherencia estilísticas están al máximo nivel, como también lo está la adecuación de música y mensaje. Mientras el disco anterior trataba más sobre aislamiento y misantropía, a lo que cabe atribuir su aspereza formal, este parece aproximarse más a ideas abstractas, introspectivas y melancólicas, lo que también se observa en las respectivas portadas, que terminan de apuntalar propuestas firmes y holísticas. Aunque en ocasiones parezca excesivamente amable, el álbum es un artefacto potente y cautivador que exprime la riqueza de un subgénero muy determinado para fraguar un enfoque distintivo que asombra en lo musical y subyuga en lo emocional, todo un logro a efectos artísticos.


Belisario, febrero de 2019





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