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MARZO DE 2018 - DISCO DEL MES:
PESTE NOIRE - BALLADE CUNTRE LO ANEMI FRANCOR (2009)


 En las últimas semanas he estado escuchando con frecuencia este disco, junto a la discografía completa del grupo que lo sacó hace unos años, y me he llevado una grata sorpresa. Por comentarios de terceros y valoraciones leídas por doquier me había dado la impresión de ser una formación burdamente ultraderechista, a juzgar por el consenso de su adscripción a la escena NSBM, y al mismo tiempo una propuesta gratuitamente excesiva y heterodoxa, que mezclaría sonidos e influencias múltiples sin ton ni son con el simple ánimo de asombrar o extrañar en un plano superficial. Lo cierto es que Peste Noire no es ninguna de las dos cosas, pero cuesta un poco llegar a esta conclusión, no sólo por el arraigo de que gozan dichas opiniones entre muchos fans del metal, sino también porque el grupo no lo pone nada fácil, y no parece estar por la labor de resultar muy accesible. Tras escuchar todos sus discos de principio a fin, mi conclusión es que Ballade Cuntre lo Anemi Francor es, si no el mejor de ellos, tal vez sí el más representativo de su evolución, y el que más me ha gustado a nivel personal. L'Ordure à l'état pur, el siguiente álbum, quizá sea más ambicioso y conseguido, pero el camino que llevó hasta esa fórmula tuvo que pasar necesariamente por su predecesor, formalmente más sencillo pero también más centrado. Del resto de títulos principales, los dos primeros están, en opinión de este cronista, demasiado ligados al black metal francés canónico de los noventa del que surgió el grupo, y en los dos posteriores, pese a su interés, no se consigue llegar mucho más allá de lo alcanzado durante su etapa media. Aquí es donde nos situaremos, con este disco que lleva un extraño nombre en francés antiguo, cuya curiosa portada, mezcla de miniatura medieval y grafiti punk, resume visualmente la síntesis difícil pero lograda, tanto sonora como conceptual, en la que radica la originalidad del grupo, rechazado por muchos debido a aspectos musicales y extramusicales que comentaremos a continuación.


Peste Noire - Ballade Cuntre lo Anemi Francor (De Profundis Éditions, 2009)


 Peste Noire hace gala de un estilo de black metal crudo y melódico a la vez, muy en la línea de la escena francesa primigenia, heredando esa querencia por los riffs emotivos con una producción descuidada propia de Mütiilation y otros grupos de las Légions Noires. El ritmo suele llevarse a medio tiempo, sin excesivas variaciones, lo cual constituye casi una anomalía dentro del género. Esto se debe probablemente a la fuerte influencia tanto del folk como del punk, estilos por lo general más repetitivos y cadenciosos, que se integran en la fórmula casi en la misma proporción que el metal, aunque a un nivel más profundo y menos evidente. El aporte medieval es omnipresente y decisivo, no sólo en lo relativo a la temática y las letras, sino a la propia construcción de las canciones y el uso de instrumentos de cuerda sin distorsión, cuyo efecto es inequívocamente arcaizante y nostálgico. Los temas son sencillos y muy fluidos, y están trufados de samples diversos en lo que puede considerarse una constante nada casual. El álbum se estructura en cinco canciones largas separadas por breves interludios muy dispares que amenizan la experiencia y contribuyen a espaciar lo que de otra forma podría resultar demasiado espeso o apresurado. Llaman mucho la atención los hermosos riffs melancólicos que saltan ocasionalmente a primer plano (como los que se oyen hacia el final de la última pista), contrastando enormemente con la ejecución generalmente torpe de los instrumentos, pero esta aparente contradicción parece deberse, por lo sistemático de su empleo, a una voluntad deliberada de tocar y cantar mal adrede que cabe atribuir al espíritu punk que impregna hasta el tuétano a la formación. Ello no impide que el conjunto siga siendo bello, de alguna forma, y ese es sin duda el gran logro de este planteamiento tan arriesgado como inusual. A esta altura de su discografía comienza a hacer su aparición, tímidamente, el uso de distintos instrumentos ajenos al metal, que más tarde se ampliaría exponencialmente, influyendo quizá en otros grupos heterodoxos y experimentales, como Pensées Nocturnes. Al igual que con estos últimos, se ha manejado en ocasiones la etiqueta “black metal depresivo” para definir esta música, por la melancolía que desprende, pero se trata de un error. Mientras que el black metal depresivo es siempre ensimismado y quejumbroso, aquí se expresa la nostalgia de un mundo que fue desde las sucias ruinas que quedan de él, pero con más rabia y cinismo que pena abrumadora.

 Como suele ocurrir con casi cualquier grupo que no se exprese en simple english, hay quien atribuye la incomprensión generalizada que sufre Peste Noire al hecho de escribir sus letras en francés, y no precisamente de la manera más sencilla, pero tras una lectura de las mismas me parece que la causa no es tanto lo que se dice en ellas como lo que se interpreta que estas transmiten. Es evidente que los músicos del grupo, especialmente su líder, que responde al curioso nombre de Famine (en francés, “hambruna”), se recrean con su idioma y con el bagaje cultural del mismo, como lo prueban los dos poemas, uno medieval (Villon) y otro más moderno (Verlaine), adaptados y musicados en dos de los temas. El resto de las letras abunda en referencias a todo lo rancio y reaccionario que ha existido y existe en Francia, desde los contrarrevolucionarios rurales de finales del siglo XVIII hasta el Frente Nacional de Le Pen (padre). Cualquier francófono poco atento o proclive a prejuzgar vería aquí una exaltación del nacionalismo más intransigente, y saldría espantado inmediatamente en caso de no apoyar dichas ideas. Sin embargo, al observarlas más de cerca, estas referencias étnicas y chovinistas son tan exageradas y arcaicas que parecen guardar un doble sentido. Existe una fascinación genuina a la hora de evocarlas, pero también resultan palpables cierto distanciamiento y una dosis de ironía que probablemente no resulten visibles en una primera aproximación. Lo que podría entenderse como un nacionalismo palurdo y simplón adquiere un aspecto distinto si consideramos que está expresado de una forma sucia e irreverente, poco acorde con ninguna idealización. El mero hecho de vehicular dichas ideas a través de un black metal desaliñado y mugriento ya era pista suficiente, pero el contraste entre lo que supuestamente se dice y la manera en que se hace termina de confirmarlo. No estamos precisamente ante la clase de gente reaccionaria, monárquica y católica, minoritaria en Francia pero con cierta influencia, como se vio cuando consiguió tumbar hace unos años la reforma de la ley del aborto, que apoyaría con sinceridad muchas de esas ideas. Peste Noire habla de un mundo que desde su punto de vista ya no existe, una Francia que ya no es, y eso se entiende mucho mejor a través de la emotividad de la música, los samples anticuados y los detalles caóticos y descuidados, que forman un todo cohesionado y unitario, antes que analizando las letras como si fueran un manifiesto serio y formal.



 A la luz de lo explicado hasta ahora, si planteamos la pregunta de si Peste Noire son o no de extrema derecha, además de abordar una cuestión bastante difícil de responder, estaremos planteando el análisis en unos términos incorrectos, no sólo por simplistas, sino sobre todo por irrelevantes. Lo que salta a la vista y debería acaparar nuestra atención es el hecho de que el grupo hace ni más ni menos que lo que le da la real gana, y eso es algo muy importante en estos tiempos en los que hasta figuras destacadas del género musical presuntamente más malvado del mundo tienen que autocensurarse para que no les cancelen fechas de conciertos. Su ficha en Metal Archives afirma que la ideología del grupo es el “nacional-anarquismo”, y esa definición, por una vez, no podría ser más acertada. A través de sus declaraciones y del aura sórdida de la que se rodean puede verse que les da completamente igual lo que piensen los demás, y aunque hayan grabado un breve documental explicando que no pertenecen al NSBM, siguen tocando con formaciones de ese ámbito en distintos festivales, lo que denota una independencia total que debería valorarse en su justa medida. Este y otros muchos detalles hacen que no encajen con las expectativas de los fans del black metal “correcto”, que parecen ser mayoría, granjeando al grupo el rechazo que a todas luces está buscando, ya que su música, su esencia y su postura resultan visiblemente repulsivas, no ya para el mundo en general, sino más concretamente para el público del mismo género en que militan, mucho más mojigato y conformista de lo que le gustaría creer.

 Pese a su apariencia divergente y estrambótica, en realidad Peste Noire es absolutamente black metal en su rechazo al mundo moderno y todas sus lacras. La identidad nacional se enarbola como bandera frente a una mundialización cuyos efectos perniciosos a menudo se ocultan, pero en lugar de idealizarse o ensalzarse ciegamente, aquí se asume con toda su fealdad y sus defectos. También es importante destacar la dimensión rural, dado que el grupo está afincado en una pequeña localidad en mitad de la región de Auvernia, probablemente la más despoblada y olvidada de Francia. La reivindicación que se hace del campo, con toda su bastedad y simplicidad, como auténtica Francia, o lo que queda de ella, opuesta a la cultura desarraigada de las grandes ciudades, especialmente París, es un punto de vista interesante y pertinente que no cabe despachar a la ligera. En su remoto enclave, Famine ha creado una productora propia, La Mesnie Herlequin, que parece llevar el nombre de la antigua casona (mesnie en francés antiguo) en la que se ubica su centro de operaciones, una especie de comuna punk asilvestrada, a juzgar por alguno de sus videoclips. El más criticado de ellos, “Le dernier putsch”, es macarra hasta el ridículo, pero tremendamente efectivo, porque espanta a cualquiera que no esté dispuesto a aceptar que el black metal, antes de ser una moda que uno podía seguir cómodamente desde casa, era algo peligrosamente real y violento. Sin embargo, a pesar de la estética y los símbolos polivalentes, la diferencia con el NSBM está muy clara: Peste Noire no se consideran ajenos al sucio mundo que les rodea, con un deseo de conquistarlo y purificarlo a sangre y fuego, sino que se revuelcan en la podredumbre como si fueran sus gérmenes más nocivos, y son los primeros en considerarse productos malogrados del mundo moderno, uniendo a ello un espíritu combativo y al mismo tiempo una honda melancolía que conforman una perspectiva compleja e inusual, que da pie a una rica reflexión. Y lo mejor de todo es que esa multiplicidad de elementos y la tensión entre los mismos se manifiestan principalmente en el terreno musical, por lo que es posible experimentarlas sin entender una palabra de francés, siempre que uno quiera o pueda sobreponerse a las dificultades que entraña el apreciar la obra de un grupo arisco e independiente que, si el apelativo “extremo” que acompaña al término “metal” fuera siempre sincero, debería ser la norma más que la excepción.


Belisario, abril de 2018





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