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OCTUBRE DE 2015 - DISCO DEL MES:
CORPSESSED - ABYSMAL THRESHOLDS (2014)


 Volvamos un poco la vista atrás para recuperar un disco algo menos reciente que los anteriores, que pasó desapercibido para un servidor hasta hace escasos meses. Sus autores son un joven grupo finlandés de death metal llamado Corpsessed, y se trata de su primer álbum, bajo el título Abysmal Thresholds. Estos chicos oriundos de Järvenpää, en el sur del país, forman parte del selecto elenco de compatriotas fichados por el sello estadounidense Dark Descent, que cuenta con otros firmes valores patrios de la talla de Krypts, Maveth y Lie in Ruins, y nos ha obsequiado con buena parte del mejor death metal aparecido durante los últimos años. Sus miembros parecen ser relativamente jóvenes, pese a llevar casi una década activos en la escena, por lo que cabe hablar de una formación realmente nueva. Al contrario de lo que podría sugerir su nombre, no tenemos aquí a ningún grupo de temática gore ni gusto por el ámbito forense, sus letras son más bien alegorías cósmicas o apocalípticas, y el estilo es un death metal sombrío y potente, muy en la tradición de su país. Su influencia principal, en cuanto a riffs y estructura, es indudablemente Incantation, aunque en la forma de hilar las canciones se perciben también destellos de grupos afines más recientes, como Dead Congregation, Disma o los mencionados Lie in Ruins. Lo que hace interesante a este disco, a mi modo de ver, no es ninguna propuesta novedosa ni desarrollo original, sino la síntesis que elabora de todas sus influencias manifiestas para tratar de llegar a una especie de cima dentro del estilo en cuestión, una cúspide que, en opinión de este cronista, se consigue alcanzar.


Corpsessed - Abysmal Thresholds (Dark Descent Records, 2014)


 El álbum se abre con un sonido de puertas chirriantes que remite a los umbrales del título (volverá a escucharse alguna vez más), más allá de los cuales se extienden inmensos parajes oscuros y desolados. A medida que uno se adentra en ellos, los oídos empiezan a adaptarse lentamente a una fórmula que se conjugará a lo largo de todo el disco: una sucesión de riffs sencillos y robustos, repetidos con distintas variaciones para crear una idea de progresión. Estos riffs potentes se alternan con otros más suaves que sirven de puente, conformando una técnica que reposa esencialmente en intercalar secciones similares tocadas a distinta velocidad que, como olas del mar de distinta altura, se van relevando en un embate continuo que nunca cesa. Las partes lentas son las que más abundan, generando expectación a medida que las capas van superponiéndose en un crescendo perpetuo que termina por alcanzar su clímax. En algunos momentos se escucha lo que parecen ser trompas romanas, un sonido teatral y majestuoso que remite a alguna de las canciones más grandilocuentes de Celtic Frost, y también se recurre en contadas ocasiones a los teclados, para subrayar instantes particularmente intensos, pero probablemente lo que más impresiona sea la densidad de la producción, con varias guitarras en distintos tonos pero siempre lacerantes y poderosas, y una batería que, sin ser excesivamente rápida en ningún momento, tiene un sonido aplastante que sobrecoge desde el primer minuto. Todo ello redunda en un refuerzo de la intensidad que no resulta excesiva debido a la variedad de los tempos, pero mantiene en vilo la tensión, aunque los giros sean por lo general bastante predecibles. En ocasiones se recurre a silencios mínimos a modo de transición breve y efectiva entre distintas partes, en otros cambios la solución es algo más floja, detalle en el que se revela que estamos ante una ópera prima, algo que no trasluce en ningún otro momento. Pero lo más importante quizá sea que toda esta reiteración intencionada, que además no es nunca del todo uniforme, transmite perfectamente el efecto que con toda seguridad buscaba el grupo: una atmósfera densa y opaca, que atrapa irremediablemente al oyente en los abismos de un mundo sin luz ni esperanza.




 A pesar de sus virtudes, Abysmal Thresholds no pasará a la historia por ser un álbum que trascienda las fronteras de su género sino que, de hecho, su encanto estriba precisamente en la forma de recrearse dentro de las mismas. Su estilo es lento y espeso, tarda en atraer pero termina por envolver completamente, a diferencia de un death metal más rápido e inmediato que revele sus cartas con demasiada antelación. Las canciones son suficientemente distintas entre sí, a veces incluso demasiado, y se permiten alguna que otra digresión algo trivial, pero la fuerte homogeneidad del sonido y la instrumentación las mantiene unidas. La voz es quizá lo más convencional que tiene el grupo, limitándose a un gruñido bastante genérico, con recurrentes voces dobles que terminan por saturar un poco, aunque no deje de ser un detalle sorprendente saber que no sólo es uno, sino que tres de los componentes hacen los coros, remachando letras muy escuetas que parecen más bien invocaciones, y mezclan imágenes de ruina a escala planetaria con visiones torturadas de la propia conciencia. En sus mejores momentos (Trepanation, Ravening Tides), las variaciones de riffs consiguen declinar toda una gradación espectral, creando una atmósfera muy intensa y firme. En los menos destacables, la repetición se hace un poco tediosa y redundante, sobre todo a medida que se acerca el final del disco, pero hasta esos instantes sirven para resaltar las partes más brillantes y contribuir a la sólida imagen de conjunto. Con sus carencias e imperfecciones, la vocación atmosférica del álbum, que es su razón de ser, es absolutamente efectiva y sobresaliente, y en ese sentido Corpsessed logran llegar al final del camino abierto hace más de dos décadas por Incantation, y seguido por contados grupos desde entonces, ahondando en el death metal como experiencia inmersiva y envolvente, totalmente creíble y disfrutable. Visto así, este disco es una verdadera referencia dentro de su estilo, quizá uno de los mejores frutos del mismo, y por ese motivo merece la pena reseñarlo.


Belisario, noviembre de 2015





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