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ABRIL DE 2015 - DISCO DEL MES:
CRUACHAN - TUATHA NA GAEL (1995)


 Volvemos de nuevo al pasado con un disco que ha visto ya unas cuantas primaveras, concretamente veinte este mismo mes: Tuatha na Gael (1995), de los irlandeses Cruachan. En lo personal, es uno de esos discos que uno lleva años escuchando y al que tiene mucho cariño, no en vano fue uno de los primeros álbumes de black metal que escuché en su día, pero creo poder ser lo suficientemente imparcial como para señalar sus virtudes al mismo tiempo que sus carencias. He escogido reseñar este disco porque pude hacerme con el original (reeditado por Karmageddon Media en 2003) en la última remesa que pedí a un sello, y desde entonces he vuelto a disfrutarlo un par de veces, comprobando con satisfacción que envejece bastante bien. Cruachan es uno de los grupos más veteranos dentro de lo que se ha terminado llamando folk metal, y se formó a principios de los años noventa, cuando no había casi ningún grupo aparte de Skyclad que pudiera responder a dicha etiqueta. Casi toda su discografía puede ubicarse dentro de ese estilo, pues responde a una especie de folk-rock metalizado, pero en su álbum debut, que ahora nos ocupa, estaban más influidos por el black metal incipiente en aquella época, y fueron los primeros en mezclar dicho género con la música irlandesa, si exceptuamos la influencia que ésta tuvo en la fórmula original de Primordial. En su momento aprecié también algunos de sus discos posteriores, como The Middle Kingdom (2000), Folk-Lore (2002) o incluso Pagan (2004), pero no he regresado a ellos desde entonces, porque para escuchar rock celta prefiero volver a los orígenes y escuchar algo de Alan Stivell o incluso de The Pogues, que me resultan más atemporales. Tuatha na Gael, en cambio, es algo distinto, o al menos esa es mi impresión.


Cruachan - Tuatha na Gael (Nazgul's Eyrie Productions, 1995)


 En este su primer disco, Cruachan tuvo una oportunidad histórica de abordar una mezcla de géneros inexistente hasta entonces que muy pronto se volvió excesivamente trillada, principalmente porque no tenía mucho margen que ofrecer. Como ha hecho el rock celta desde los años setenta, la aproximación de Cruachan se basa en adoptar las estructuras de la música tradicional, pero interpretadas con la instrumentación habitual del rock y, en el caso de Tuatha na Gael, las técnicas del black metal en las guitarras y la batería. Se mantiene el uso de instrumentos tradicionales, concretamente flautas y gaita irlandesa, en un marcado contraste con el resto de instrumentos, que es lo que confiere al álbum su carácter particular. Dicha contraposición podría confundirse con la fórmula habitual propia del nu-metal noventero, común también a otros estilos, de intercalar partes “suaves” y susurradas con otras más “brutas” y gritadas, una apuesta de lo más sencillo que garantiza que cualquier quinceañero pueda emocionarse. El pequeño factor que distingue este experimento concreto que es Tuatha na Gael de cualquier otra mezcla de metal con géneros más suaves para fines comerciales se percibe claramente: es un profundo amor por la música irlandesa por parte de un grupo de black metal que pretende hacerle un homenaje desde el metal, no crear un nuevo híbrido. Teniendo en cuenta que todas las melodías empleadas son melodías folk más o menos reconocibles, y que guitarras, bajo y batería a menudo se limitan a seguirlas y acompañarlas, la originalidad del producto es mínima, pero el resultado es agradable al oído, y lejos de crear un engendro que no guste a amantes del folk ni a metaleros experimentados, permite contemplar el folk desde una nueva perspectiva, lo que no deja de ser relevante.

 La producción del disco es bastante precaria, pero la ausencia de nitidez favorece la creación de una atmósfera que le hace ganar enteros. Los instrumentos tradicionales se ven acompañados por arreglos sutiles, como los ocasionales teclados, que recuerdan al empleo comedido e inteligente que de ellos hace Enslaved en su primer disco, Vikinglr Veldi, y contribuyen a mantener la tensión y redondear el resultado final. Los riffs son agresivos y macarras, lo que en cierto modo recuerda a la fusión que en su día hicieran The Pogues entre lo amable del folk y la energía guitarrera. La oposición entre partes acústicas y eléctricas, de la que ya hemos hablado antes, se percibe aquí como progresión natural en cada canción antes que como contraste efectista, y esto es muy importante, porque consigue que la línea del disco no sea una montaña rusa que sube y baja y regresa al mismo punto de partida, sino un viaje con altibajos y desvíos que constituye toda una experiencia enriquecedora. Como en la música folk, se emplea la repetición cíclica de los motivos para crear una atmósfera, un recurso escasamente original pero no por ello menos efectivo. Por fortuna los temas son lo suficientemente variados entre sí; de ser parecidos, el tedio estaría garantizado. Además de la calidad del sonido, pueden señalarse otros elementos un tanto deficientes, como por ejemplo los coros ocasionales, que son más bien cutres, pero en líneas generales se nota que la propuesta es sincera y honesta, y está bien llevada, así que a fin de cuentas estos puntos negativos son detalles menores.



 Soy consciente de que los fans del black metal probablemente no apreciarán este disco, pero en su defensa diré que se trata de uno de los primeros intentos, y seguramente el mejor hasta la fecha, de abordar el folk irlandés desde el metal, después del cual todo ha sido imitación y tontería. Para un servidor al menos, el hecho de que el grupo sea irlandés le hace ganar enteros; no puedo evitar percibir una cierta impostura en grupos de música irlandesa que surjan de Brasil, Argentina o Suiza, a pesar de ser gran amante de algún que otro grupo que comparte esta característica, como los castellonenses Tom Bombadil (principalmente debido a sus letras). En todo caso, cuando son irlandeses quienes glosan sus propios mitos, como sucede con las letras de Cruachan, el producto tiene más entidad, al menos a ojos de este cronista. La edición que está en mis manos incluye los bonus tracks de la maqueta que grabó el grupo en 1997, antes de disolverse temporalmente durante los dos años siguientes. Dichos temas adicionales señalan la dirección posterior que adoptaría el grupo, convirtiéndose en un grupo de rock en toda regla, haciendo una música más “bonita” en cierto modo, pero también más trivial. La composición pone más énfasis en la voz, quedando relegada la guitarra al papel de acompañamiento, sin dirigir el conjunto, que en consecuencia resulta mucho menos potente. Esta definición puede aplicarse también a todos sus discos posteriores, al menos los que yo he escuchado, que pese a entretenerme cuando los escuché las primeras veces, me acabaron quitando las ganas de seguir pendiente del grupo.

 A diferencia de lo que suele decirse de los grupos antiguos, no creo que el cambio de estilo haya sido en este caso ninguna tragedia. Tuatha na Gael es un disco único y muy disfrutable, pero volver a hacerlo una y otra vez habría sido un error y un aburrimiento. La idea de una fusión entre el metal y la música celta es muy atractiva, pero no da mucho de sí, y persistir en ella sería una garantía de muermo infinito, como bien intuyeron Primordial desde el primer momento, cuando decidieron que la música irlandesa sería una influencia antes que un elemento principal en su música. Esta limitación es el problema de todos los grupos posteriores que han tratado de explotar la fórmula del folk metal, desde aquellos que han logrado un resultado serio y depurado pero redundante en exceso, como Aes Dana, hasta todos aquellos, como Ensiferum, Turisas, Alestorm, Korpiklaani o Eluveitie, que pretendiendo hacer metal, con bastante éxito comercial por cierto, no dejan de sonar a un rock celtoide que en sus mejores momentos no pasa de ser una versión servil de grupos más antiguos y relevantes como In Extremo, por no mencionar que por mucho que se tomen en serio o bien opten por presentarse como grupo bromista o borrachuzo, nunca llegarán al nivel del humor sutil e inteligente de las letras de Skyclad, otro de los contados grupos que ya existían cuando el folk metal aún no era barato ni estaba de moda. Si se me permite escoger, yo me quedo sólo con estos dos últimos grupos, y también con Tuatha na Gael.


Belisario, abril de 2015





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