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ENERO DE 2015 - DISCO DEL MES:
CÓNDOR - DUIN (2015)


 A los lectores de El Negro Metal el nombre Cóndor les sonará familiar, no en vano hace unos meses publicamos una entrevista con este joven grupo colombiano a través de la cual descubrimos que, además de músicos avezados, se trata de individuos con una amplia cultura y múltiples intereses. Para esta primera reseña mensual publicada en la web no podía haber nada más apropiado que su nuevo disco Duin, que vio la luz hace cuatro días escasos, y puede escucharse íntegramente en su página en bandcamp.com. Para quien no haya escuchado su soberbio debut Nadia, que logró hacerse con un merecido puesto en la lista de los mejores discos de metal de 2013 de deathmetal.org, traducida en esta web, Cóndor puede definirse como una formación de doom/death metal con toques de rock progresivo, siempre que precisemos que el grupo adopta distintos elementos de los tres géneros sin encasillarse en ninguno. Lo primero que me llamó la atención al escuchar su música fue que a pesar de tener la sensación de haber escuchado las distintas partes por separado alguna vez, la mezcla de todas ellas era totalmente novedosa, estando sometida en cada caso a la idea o el concepto que se intentaba expresar, que era lo que determinaba también la propia estructura de cada canción. Este era sin duda el mayor acierto de Nadia, y afortunadamente en Duin podemos encontrar algo muy parecido, una continuación de la misma fórmula con intención de mejorarla y seguir explotando su potencial.


Cóndor - Duin (Autoeditado, 2015)


 El disco comienza con la misma melodía de guitarra con la que terminó su debut, enlazando así naturalmente con el mismo, y deriva lentamente hacia una pieza clásica interpretada con guitarra acústica y eléctrica a modo de introducción, antes de dar paso a otras siete pistas, interludio incluido. En general puede decirse que este álbum es menos death metal que el anterior, enrocándose en sus influencias doom de tal forma que podemos hablar de un disco que es más heavy metal que metal extremo, y en su solemnidad y sus riffs lentos recuerda en ocasiones al primer metal de la escuela griega de Rotting Christ o Varathron. Los temas tienen todos distinta duración y estructura, combinando partes de variada intensidad y velocidad con transiciones fluidas y naturales, y lo más importante, cada uno de ellos exhibe sin escatimar su propia panoplia de riffs, a menudo pequeñas variaciones del mismo elemento, lo que contribuye a la idea general de cada canción como concepto único e individual. Destacan los fabulosos solos de guitarra, muy al estilo Pink Floyd o Deep Purple, que ornan cada uno de los temas y encajan a la perfección en las atmósferas solemnes y épicas que logran crear. También son comunes los pasajes de guitarra acústica, al principio o al final o en mitad de las canciones, que nunca resultan repetitivos ni tediosos y establecen un equilibrio natural con las partes más agresivas para conformar un gran fresco en el cual, como en las grandes historias, hay lugar para todo tipo de vivencias y sensaciones: lucha y reposo, contemplación y acción, sencillez y grandiosidad. Todo ello en un excelente álbum de metal (sin que importe realmente el prefijo) que, como las grandes obras del género, consigue inspirar y exaltar a partes iguales.

 Se podría afirmar que Duin es la continuación lógica de Nadia en el sentido de que la fórmula en sí ya no resulta tan sorprendente pero sí lo es la forma en que el grupo ha sabido pulirla para crear canciones más redondas y sólidas, que deben escucharse en conjunto antes que por separado para imbuirse de toda la riqueza de sus contrastes. Puede percibirse también más seguridad y pericia en la ejecución, como corresponde a un segundo trabajo; las voces son más certeras y definidas, y se acompasan mejor al hacer los coros, y da la impresión de que a pesar de mantenerse fieles a su noble ideario DIY y su independencia, grabando y editando ellos mismos su material, el grupo ha trabajado para mejorar la calidad del sonido en todos los ámbitos, especialmente el de la batería, lo cual es de agradecer. Como en el disco anterior las letras, escritas todas en español, abundan en referencias históricas o literarias, o una mezcla de las dos, no tomadas literalmente como sería lo obvio y lo más fácil, sino como inspiración para unos versos que esbozan nuevas reflexiones y perspectivas, entre lo poético y lo onírico.

 Este último es un elemento más que se suma a la larga lista ya enumerada de características que hacen de Cóndor un grupo distinto y especial, que destaca en el panorama del metal actual por algo que debería ser básico pero desgraciadamente constituye una virtud muy escasa: su método es partir de una serie de ideas y desarrollarlas convirtiéndolas en música, sin importar lo heterodoxo que sea el resultado al que se llega. La gran mayoría de grupos de metal, a veces con gran talento y la mejor de las intenciones, sigue generalmente el camino inverso, partiendo de la música e insertando después las ideas, convirtiéndose en el mejor de los casos en excelentes imitadores de estilos más antiguos. Cóndor, por su parte, nos invita con esta nueva propuesta, que no se parece a nada que uno haya escuchado anteriormente, a explorar, como el caballero blanco de la espléndida portada pintada a mano, todo un nuevo mundo que se abre ante nosotros con una explosión de colores, caminos serpenteantes y paisajes siempre cambiantes pero siempre majestuosos, con el tono épico y heroico que caracteriza al mejor metal. ¿Quién puede decir no a la aventura?


Belisario, enero de 2015





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